lunes, 6 de marzo de 2017

Relámpago el caballo, 3ra parte



Capítulo III

Una extraña tormenta

            El doctor Mengele estaba dentro de su fragata ovni, Ragnaroc, causando una tormenta artificial con actividad eléctrica. Mantenía contacto con la computadora central de Nueva Thule, desde adentro.

-Señor, sus coordenadas son correctas, este es el lugar.

- Gracias por la confirmación, es hora de poner en acción la trampa.

            Casi al mismo tiempo, decenas de kilómetros a la distancia, Ceferino y su hermana Kahena, estaban pastoreando ganado montados en sus caballos.

-Se acerca una tormenta, hermanito, debemos sacar al ganado de aquí.

- Tu toma el lado izquierdo, yo el derecho.

            Desde su pantalla holográfica, Mengele los seguía viendo con suma atención

-No se alejarán, si yo lo puedo evitar.

            Sin más ámbito para vacilaciones, Mengele oprime dos veces un mismo botón, que causa que de la nave se emita un sonido que sólo las reses pueden oír; ellas se mueven en dos direcciones diferentes, contrariando a Ceferino y Kahena.

-Esto nos va a causar un verdadero problema; vos ven conmigo a sortear las reses de mi lado, el otro grupo se está acercando más a la tormenta.  No creo que valga la pena ir por ellos.

-Debo intentarlo, el comercio no ha sido bueno este año; si perdemos ese hato, nos causará mayores pérdidas, entended.

-Ceferino, por favor, no seas necio.

            Al escucharla a ella, titubeo por un momento, pero luego respondió.

-Kahena, te prometo que volveré y si no vuelvo con el ganado, volveré de todas formas. Nos veremos en casa en dos horas; Centella es el caballo más rápido de la tribu.

            Kahena asintió, resignada, en confiar en la palabra de su hermano. Ambos se encargaron de sus respectivos hatos, siendo ligeramente más fácil la tarea para Kahena, cuyos hatos no estaban tan cerca de la tormenta.

-Funcionó, ahora te estás acercando más adonde yo quiero; computadora, prepara el cuerpo, en cuestión de minutos estaremos listos para la transmutación. Pronto, el alma del muchacho estará dentro del cuerpo de mi super guerrero omega sapiens plus.

            Más al fondo de la nave, la figura de un hombre de alta estatura, bien musculoso y piel celeste recostado en una especie de lecho, que semejaba más una máquina que una cama en medio de un laboratorio, teniendo detrás de él algo parecido a un aparato de Van Graff. Y es que Mengele había creado para la ocasión un cuerpo sin conciencia, en donde pretendía transmutar el alma de Ceferino de su cuerpo mapuche.

            Al mismo tiempo, a cientos de metros afuera de la nave, Ceferino estaba tratando desesperadamente de alcanzar a su hato de ganado pero, al hacerlo, se dio cuenta de algo muy extraño en el cielo: en medio de las nubes negras de tormenta, diviso un extraño objeto metálico que parecía algún tipo de nave espacial, lo que lo dejó sorprendido.

- Hazlo ahora – ordeno Mengele

-Emitiendo rayo paralizante.

            De la superficie de la proa de la nave emergió algo parecido a una luz de reflector, que dejó en estado de petrificación a Ceferino y su caballo Centella, paralizando sus cuerpos a la vez que los hacía levitar a varios centímetros del suelo.

-El muchacho está pegado a su caballo y nosotros queremos sólo transmutarlo a él ¿Desea que reduzcamos el alcance de la luz paralizante para que sólo abarque el cuerpo del muchacho y el animal caiga al suelo?

-No, eso sería un gran riesgo, porque los pies del chico están muy sujetos al estribo y sus manos demasiado aferradas a la brida; eso haría que el peso el animal llevara a ambos al suelo o que descuartice su cuerpo con la caída y yo lo quiero intacto.

- ¿Por qué no lo abduce con todo y caballo? Así podrá llevarlo a Friendship y experimentar con el cuerpo del chico, separado de él.

-Este es el proyecto ultra-secreto mejor guardado de Nueva Thule; es tan importante que está bajo mi supervisión y atención personal. No puedo permitir que mentes inferiores me asistan en esto. Da inició a la transmutación de la manera más quirúrgica posible.

-Tengo otra sugerencia, su excelencia; podría transportar a los dos aquí adentro, luego volver a teletransportar al caballo fuera de la nave y quedarnos solo con el muchacho.

-Podría hacerlo, pero eso le restaría algo de energía eléctrica a la nave y solo disponemos de la necesaria para realizar la transmutación; había pensado en aquel detalle, pero estaba tan ocupado en otras cosas que no cree ni instale la celda de energía apropiada para este experimento. Ahora sí, ¡comienza ya!

- Activando cargas electromagnéticas.

            Después, emanaron rayos eléctricos, similares a relámpagos, que luego se dispararon con precisión al cuerpo de Ceferino sin matarlo, manteniendo una descarga continuada. Al mismo tiempo, dentro del laboratorio de la nave, emanaron rayos de la máquina de Van Graf al cuerpo del super guerrero.

            Los ojos del cuerpo inerte se empezaron a abrir; el experimento parecía dar resultado. Desde su nuevo cuerpo, Ceferino vio al doctor Mengele.

- Jupiter , ¿qué haces aquí, es esto un sueño?

            Mengele contrae los antebrazos hacia arriba con sus puños cerrados y, con una expresión delirante, le dice al joven a la cara.

-¡¡Está vivo, vivo!!

-¿Doctor qué sucede?

-Señor, malas noticias, nuestros sensores detectan una tormenta solar repentina.

            ¡¡Maldición!!, eso está a causar interferencia en el sistema! ¿Cómo fue que no preví que ese riesgo podría ocurrir?

-Su excelencia, según sus propios cálculos, existía la posibilidad de cero puntos cero, cero uno por ciento de que esto ocurriera como resultado de este experimento electromagnético.

-Pues entonces aborta.

            Una serie de extraños sonidos electrónicos y luces intermitentes provenientes de foquitos oled, que cubrían todo el panel de control, se hicieron notar.

-Imposible ejecutar el comando, el proceso está muy avanzado; si llegara a anular la transmutación, el ser quedaría incompleto y no hay forma de revertir los efectos en un ser vivo.

-Si no logro anular el proceso la transmutación debilitara los sistemas de navegación de la nave, dejándola expuesta a una pulsión electromagnética de la tormenta solar y si eso pasa los sistemas de la nave colapsaran. Por tanto, activa los sistemas de emergencia.

-Activada.

            Mientras esto ocurría dentro de la nave, los rayos electromagnéticos se extendieron del cuerpo de Ceferino al del caballo y poco después, se oyó un ruido espectacular, casi a niveles supersónicos y también se vio un gran resplandor blanco de luz.

-Nivel de energía al cincuenta y cinco por ciento.

- ¿Qué está pasando? – preguntó Ceferino.

            Las descargas electromagnéticas de la máquina de Van Graff cayeron de forma masiva y cada vez más intensa al cuerpo artificial, causándole mucho dolor a Ceferino, cuya conciencia estaba ya alojaba allí. Repentinamente, los sistemas de la nave enloquecieron; todas las luces del tablero de control comenzaron a apagarse o prenderse de manera continua una tras otra, como las de un árbol de navidad; las chispas producidas por cortocircuitos en el interior de la fragata se sucedían sin cesar ante la mirada desesperada de un Mengele que trataba de mantener el control de situación.

            Afuera, desde la proa de la nave, los rayos electromagnéticos se incrementaban en número e intensidad, causando gran dolor al cuerpo del niño y del caballo, hasta que se desató una estruendosa explosión de enceguecedora luz blanca, seguida de una gran oscuridad. Al quedar inconsciente, Ceferino tuvo un extraño sueño: estaba él parado en el lugar más inhóspito de la Patagonia, en medio de tierra seca, muchos arbustos y amenazadoras nubes de tormenta sobre él, rasgadas por intermitentes luces de relámpago que se sucedían una tras otra seguidas, segundos después, por ensordecedores truenos. Del cielo cayeron varios relámpagos a metros de él, uno después del otro: el primer relámpago que cayo se transformó en Pegaso, el siguiente en el de un unicornio de luz blanca y los otros dos en los caballos de fuego similares a aquellos que según la biblia, llevaron al profeta Elías a los Cielos. Lo rodearon para quedar cabalgando alrededor de él, hasta que llegó un momento en que todos ellos corrieran hacia donde estaba parado el niño para embestirlo, causando que de su boca emitiera un grito de terror. Poco después, Ceferino, con los ojos aún cerrados, se pone a pensar en voz alta.

-¡¡Por Ngenchen!! Que pesadilla más horrible, esto me pasa por leer esa obra de ciencia ficción que nos exigieron en la clase de español. También siento un terrible dolor, como si me hubieran arrancado el alma del cuerpo.

            Lentamente abre los ojos, para darse cuenta de que estaba siendo alumbrado por un reflector cegador. Fuera de esa luz todo lo que veía eran luces y sombras.

-¿Dónde estoy?,¿qué es esto?, ¿quiénes son ustedes?

            Alguien dijo en alemán.

-¡¡Ese caballo habla!!

            Al escucharlo, Ceferino bajó la cabeza y se dio cuenta que no estaba parado en dos, sino en cuatro patas, que tenía cascos en lugar de manos y pies e incluso sintió que relinchaba.

- Pero, ¿qué me han hecho?

- ¿Cómo es que nos entiendes? – pregunto otra-.

-Yo entiendo perfectamente inglés, alemán, español y mapuche: los primeros dos los aprendí en la escuela y el resto me lo enseño mi familia.

            El joven se encontraba en un área bastante oscura, únicamente iluminado por una especie de reflector de donde emanaba una intensa luz blanca. Ceferino, aunque incómodo, logra divisar lo que parecían ser unas sombras humanas de gran tamaño y mientras una se acercaba, el chico pudo notar que vestía un traje en una sola pieza que no sabía si era de buzo, incluso tenía suela para pies impregnada a ella; nunca vio en su vida algo semejante. Sin embargo, no era más que el doctor Jupiter Stein, que no lo deja de mirar con delirio y una fijación aterradora. Al reconocerlo se anima, habla y se refiere a él diciendo.

-¿Doctor Júpiter Stein? – mueve animadamente la cola - Que agradable sorpresa, casualmente tuve una pesadilla contigo: te imaginaba como una especie de doctor Frankestein.

            Mengele no le daba la menor importancia a lo que decía. Un frío silencio emanaba de su boca.

-Júpiter ¿No me reconoces? soy yo, Ceferino, tu alumno, ¿qué sucede?, ¿por qué me mira de esa forma?, ¿hay algo malo conmigo? ¡Dime algo, no te quedes callado!

            Al ver la forma en que lo miraba Jupiter, Ceferino sentía cómo un hormigueo recorría todo su cuerpo y que, de alguna forma, algo había cambiado.

-Hummmm, interesante, jamás creí que fuera posible.

            En ese instante, Ceferino no podía comprender claramente las proporciones de lo que le había ocurrido. Sin embargo, tampoco era posible negar lo que sus sentidos le dictaban: se dio cuenta que su sombra no era la de niño, sino la de un ser muy diferente. En segundos, un sin número de imágenes pasaron por su mente; toda su vida había cambiado para siempre y ese torbellino de recuerdos y sentimientos confusos debían tener una razón de ser. Y tenía que aceptar su nueva realidad, pues de otra manera se volvería loco: se sentía inmenso, no tenía la misma movilidad de antes y vio que en lugar de manos y pies tenía cascos de caballo; lo único seguro es que ya no era humano. Con la ayuda del reflector contemplo su propia sombra: era una bestia.

-Por favor, dígales a echos, quien quiera que sean, que me hagan humano otra vez, que me permitan seguir con mi vida e ir a su escuela. Eso todo lo que quiero y me haría feliz.

-Dices ser Ceferino, mi alumno, de hecho, hablas como él, te comportas como él, sin embargo, no pareces humano. Ceferino o quien quiera que estés adentro de ese cuerpo, parece que no acabas de entender la magnitud de lo que ha pasado; ni siquiera yo, con todos mis años de medicina, he visto algo como esto, ya que está más allá de mi comprensión.

-¿Escuche mal o tú me estás llamando esto? 

            Una voz jocosa de entre el público, que evidentemente era de Hagen, hizo el siguiente comentario

-Ja, ja, ja, ja, debo estar soñando o tal vez estoy viendo una película de Narnia en donde tú eres el caballo parlante, ¿verdad amigos?

            Todo aquel salón quedo retumbando en risas de carcajada

-Entonces, no fue una pesadilla, todo fue real.

-En realidad, tú me hiciste vivir una pesadilla: todo salió tan mal, que hasta creí que iba a morir con mi nave – dijo Mengele -. Por suerte, los sistemas de reserva activaron el protocolo de protección de danos y la nave se reparó sola al ochenta por ciento, lo suficiente como para navegar a Nueva Thule sano y salvo contigo convertido en el animal que eres ahora.

            El ahora caballo miraba, con furia e impotencia, como sus captores se reían de él y cómo el hombre al que tanto admiraba se convertía en su mayor detractor. No pudo evitar que sus ojos se humedecieran con sus lágrimas ni que estas corrieran por su hocico.

 

    

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