sábado, 3 de junio de 2023

Relámpago el caballo, 12va Parte


 

El reencuentro (2da parte)

 

            Estadio de la Academia Germano-mapuche

            Kahena participaba en una carrera de pista y campo, llevándoles la delantera a las otras niñas mapuches. Eran cronometradas por un imponente entrenador de rasgos germánicos. Cuando terminaron la faena, el hombre la abordo.

            La siguiente conversación es traducida del alemán

— Kahena, has rebajado en tres centésimas el último récord de velocidad a nivel nacional, ¿estás pensando en clasificar para los juegos olímpicos?

— Si pudiera lo haría.

— ¿Qué te lo impide?

—Los múltiples deberes, señor entrenador.

            En otra ocasión, Kahena y otras niñas mapuches participaban en una práctica de natación en la piscina olímpica de la escuela. Todas nadaban en el estilo mariposa, siendo Kahena la que llevaba la delantera, seguida muy de cerca por Kintukewun. Cuando la práctica termino, Kahena y Kintukewun se sentaron al lado de la otra en la misma banca; ambas comenzaron a charlar.

— Kahena, ya van varias veces que me ganas por poco en deportes de pista y campo y natación. En deportes de combate, aunque las luchas siguen muy reñidas, últimamente me estás ganando, aunque sólo por unos pocos puntos, ¿qué es lo que te inspira?, ¿quieres ser una atleta de élite?

            Ella vacilo un poco antes de responder.

—La verdad, querida amiga, no te podría responder esa pregunta; también estoy muy concentrada en mis estudios.

—Sí, eso también lo noté; últimamente estás obteniendo las mejores calificaciones de toda la escuela, muy por delante de Aicapan y de mí. Cambiando, un poco de tema – ella le pone una mano sobre el hombro de Kahena -, no te lo había comentado esto desde la desaparición de Ceferino, pero lo haré ahora; lamento mucho lo que le paso a Mariposa.

—Gracias por tu comprensión.

—Sin embargo, te quedo un consuelo, tienes un hermoso caballo negro.

            Mientras Kintukewun decía esto, sus ojos parecían salir de sus órbitas, la expresión de su rostro denotaba euforia y su sonrisa bastante pícara, lo que Kahena noto de inmediato; esta última le puso una expresión seria y le frunció el entrecejo.

—¿Ah sí?, ¿lo encuentras atractivo?

            Y, como tú esperarías, a Kintukewun no le pareció agradable el tono en que su amiga le hizo la pregunta ni la expresión en su rostro.

—Kahena, sólo dije que es un caballo hermoso, no que me lo regalaras.

—Si tanto te gusta te ofrezco algo, luchemos por él; quien gana se lo queda.

            Tras decir esto, Kintukewun vacila por un momento, pero luego le responde.

—Si fuéramos a competir por una medalla, no me importaría ganar o perder contigo; es sólo un pedazo de metal y sólo estaríamos compitiendo por honor. Pero cuando se trata de una emoción particular, en este caso el amor, la lucha se vuelve aún más encarnizada y todo puede pasar. Kahena, ambas somos muy buenas luchando y, aunque me ganas la mayoría de las veces, siempre terminamos adoloridas y algo lastimadas. No, definitivamente no quiero luchar por tu caballo, sólo era un comentario inocente. Sólo tengo una preguntita más.

—Está bien, dila.

—¿Puedo montarlo por lo menos un momentito?

            Kahena vacila por un momento.

—No, ese caballo no es muy dócil; solamente se deja montar por mí.

            Ambas se quedan mirando fijamente, hasta que Kintukewun desvía la mirada.

—Está bien, querida amiga, es todo lo que quería saber.

            Cierto día, Kahena entró a su cuarto, vestida aún con su traje aerodinámico, justo cuando Ceferino/Relámpago metía su cabeza por la abertura de la ventana, que en ese momento tenía las puertecillas abiertas

—Se nota que estás entrenando muy duro.

—Sí, ya me nombraron capitana del equipo de pentatlón.

—Sé por qué haces esto, pero una vez que entras al circuito de competencias, la presión será cada vez mayor; tendrás que repartir tu tiempo arriesgando tu vida y dejando el nombre del país y de la nación mapuche en alto, sin contar con tus estudios académicos, ¿quién te crees tú, una Xmen?

—Ceferino, lo que vamos a hacer juntos es mucho más importante que ganar medallas, por eso debemos entrenar muy duro si queremos vencer a estos boludos super desarrollados. Si no es así, ¿qué opciones hay?

—Tenes razón en ese planteamiento, entonces entrenemos juntos; tengo unas piruetas en mente que pienso practicar contigo.

—De acuerdo, pero antes de hacer todo eso, necesito terminar mi lanza y mi uniforme.

            De pronto, Ceferino relincha.

—Te daré toda la asistencia que pueda.

—Gracias.

—Cambiando de tema, tuviste una no muy grata discusión con Kintukewun sobre mí.

            Y le rostro de Kahena pasa de la serenidad a la rabia, podríamos decir que se volvió un volcán a punto de hacer erupción. Sin embargo, logra controlar su tono de voz para contestarle con una pregunta.

—¿Y tú cómo lo supiste?

—No te lo he explicado, pero tengo un poder que yo llamo visión remota; con el puedo ver, somo si se tratara de una película, lo que hace la gente en el momento actual y en el pasado, sin importar donde y qué tan lejos se encuentren. También me sirve para localizar lugares y movilizarme hacia ellos, como si fuera una especie de dispositivo GPS mental., en fin, te seguiré explicando luego, ahora me interesa saber algo, ¿de verdad no sientes celos de Kintukewun por el simple hecho de que yo le parezca un hermoso caballo?

—¡Ceferino!, ¿cómo puedes pensar eso?, ¿yo celar a mi propio hermano?, ¡jamás!

—Pero la manera en que discutiste con ella sugiere otra cosa; Kahena, tú siempre serás mi mejor amiga, pero Kintukewun es la chica que me gusta.

—Ceferino, tú mismo lo has dicho, nadie va a creer jamás que tú te convertiste en un caballo y no esperes que Kintukewun te acepte así. Siendo un animal tan grande jamás podrás entrar en su vida, tu sudor desprende desagradables olores, defecas más que cualquier humano a lo largo del día, no puedes entrar en los mismos espacios de interiores que nosotros sin incomodar a nadie, no puedes hacer relaciones sociales porque, simplemente, cuando haces tus gestos de animal se te escuchan ruidos extraños ni puedes compartir los mismos bocadillos porque tu sistema digestivo de caballo sólo te permite consumir heno y pasto. Incluso, si estás pensando compartir tiempo con ella en su casa, al aire libre y en campo abierto, sólo lo podrás hacer como un caballo, un animal; a menos que logremos vencer a Mengele y recuperemos tu cuerpo, ella jamás podrá abrazarte, besarte, acariciarte y mucho menos estar entrelazados en algún mueble o campo abierto como lo hacen todas las parejas humanas porque eres un caballo.

            Ambos hicieron juego de miradas; ninguno parpadeaba.

—Kahena, tú siempre serás mi mejor amiga.

—Lo sé, por eso quiero lo mejor para ti.

—Ella me gusta, me molestaría que coqueteara con otro.

            Kahena desvió la mirada y puso una expresión de resignación. Luego lo volvió a mirar, como buscando comprenderlo.

—Escucha, Ceferino, ella no es para ti, yo la conozco; es mi mejor amiga.

—Y yo quiero conocerla, si es tu mejor amiga entonces debe ser tan buena como tú.

            Kahena cruza sus brazos y mira al suelo, como si estuviera pensando. Luego levanta la cabeza y responde.

—Y si no logramos vencer a Mengele, a los del área 51, recuperar tu cuerpo y regresar tu conciencia a él, ¿qué posibilidades hay de que Kintukewun y tú sean pareja?

            Y el cuerpo de Relámpago/Ceferino quedo paralizado; con sólo mirarlo yo diría que era una estatua de un caballo negro, corpulento y de más de dos metros y medio, en tamaño natural, con una evidente expresión de angustia.

—Kahena, ¿por qué crees que no venceremos?, ¿y qué tendría de malo si le digo mi secreto?

            Kahena se lleva las manos a sus largos cabellos y, a juzgar por su expresión, me parece que iba a estallar. Sin embargo, logra contenerse y decirle lo siguiente con la mayor serenidad.

—No, no me parece prudente; todo ha ocurrido tan rápido en estos días que…

—Kahena, en realidad han sido varios meses siendo un caballo con poderes; no puedo esperar más.

—Oye, no me vuelvas a interrumpir, pero ya entendí lo que quisiste decir; ahora déjame continuar donde estaba. Quise decir que sería un shock emocional para ella saber que Ceferino Tahiel se ha convertido en un caballo, es más, ni siquiera has intentado cortejarla nunca, ¿o me equivoco? – dice ella con una evidente sonrisa de delirio -.

            Ceferino/Relámpago le responde cabizbajo, con mucha resignación.

—Es cierto, no.

            Y con expresión triunfal, Kahena le pregunta.

—¿Y entonces cómo vas a cortejarla siendo tú un caballo, incluso con esos poderes?, hermanito, el mundo de las relaciones humanas ya de por sí es bastante complicado. Parte del simple hecho de que no la puedes invitar a ningún lado y no sólo por ser un caballo, tampoco recibes las mesadas de papá para invitarla a salir o siquiera comprarle un dulcecito en una tienda, a menos que quieras invitarla a comer pasto y heno, que es lo único que puedes consumir. Tampoco me la imagino besando tu boca, digo, hocico, con toda la baba que desprende más tu aliento equino.

—Pero ella dijo que yo soy un caballo hermoso, ¿podrías permitir al menos que me monte un par de horas?

—Y también vas a decirle que eres Ceferino Tahiel transformado en un caballo, ¿con qué propósito?, a ella ni siquiera la has tratado siendo humano, fuiste muy tímido en ese sentido. Si te vas a acercar a alguien para cortejar, necesitas un pretexto y eso de cabalgarla a ella por un par de horas no es exactamente uno válido; lo más probable – si decides revelarle tu secreto – es que te vera como un bello caballo parlante, nada más.

—Quien sabe, puedo hablarle bonito, contarle un buen par de chistes, conversar de todo un poco…

            Kahena cruza los brazos y menea la cabeza.

—Te rehúsas a aceptar la idea y vuelves a redundar en el tema: eres un caballo, hueles a caballo, sudas como un caballo, haces tus necesidades básicas como un caballo, relinchas como caballo y, para colmo, la vas a poner en peligro, ¿qué tal si Mengele piensa secuestrarla o algo por el estilo?, Ceferino, hasta yo misma estoy en peligro desde que sé tu secreto y estoy junto a ti, de forma tal que algo me podría pasar con todas las acciones que vamos a realizar.

            Ambos guardaron un silencio sepulcral breve, pero que a ti y a mí nos parecerían años, tal vez siglos. Ninguno de los dos se miró a los ojos en todo ese lapso, hasta que Ceferino/Relámpago levanto el hocico y le respondió a la hermana.

—Creo que tienes razón, que ella sepa mi secreto la convertiría en un blanco. Sin embargo, no pienso decírselo de una vez, al menos hasta que sea el momento oportuno.

            Kahena todavía tenía la cabeza cabizbaja, parecía que quería entrar en llanto, pero logra controlarse a duras penas. Ella dice lo siguiente, suspirando levemente por la nariz.

—Está bien, estoy de acuerdo, se lo diremos en el momento oportuno, pero este no es.

            La cola de Relámpago/Ceferino se comenzó a mover de manera muy dinámica, como la de un perro cuando ve regresar a su amo y exclamo lo siguiente con mucho entusiasmo y la lengua para afuera.

—¿De verdad que crees que en el momento oportuno?, eso me da esperanzas. Mientras tanto, ¿puedes dejar que ella me monte al menos de vez en cuando?

—No, Ceferino, - movió el dedo derecho hacia sus ojos, como si quisiera contener sus lágrimas -, ella no te monta mejor que yo; tú no eres exactamente muy dócil y lo note mientras estaba sentada en tus lomos. Es más, yo siempre le gano en las carreras de caballos y otra cosa, ella tiene muchos más caballos en sus establos que son más grandes que los nuestros y está acostumbrada a que los caballos que le presenten ya estén previamente semi domesticados, lo cual no la hace una jinete muy experimentada.

—Y por eso casi te peleas con ella.

            A Kahena casi se le salen los ojos de sus órbitas al escuchar eso, luego le responde a su hermano lo siguiente con evidentes signos de indignación en su cuerpo.

—Ceferino, no sé cómo hacerte saber que ella no es para ti, aunque te volvieras humano de nuevo en este momento, pero aparentemente estás demasiado animado a conquistarla. Si te sirve de consuelo te diré esto, es cierto, le pareces un chico muy guapo y listo en tu forma humana, pero ella apenas te menciona; está muy concentrada en sus estudios y en su carrera deportiva como para pensar seriamente en un novio, es más, no tiene pensado conocer a alguien hasta cursar el tercer año de alguna universidad. Mientras tanto, en ese tiempo podemos ocuparnos en vencer a nuestros enemigos y recuperar tu cuerpo, esperemos que en el menor tiempo posible para que por fin puedas acercarte a ella de alguna forma, al menos para ser su amigo.

            Ceferino/Relámpago levanto sus párpados, dejando sus ojos bien abiertos y todo su cuerpo vibraba de entusiasmo, sin hacerle mucho caso a los sentimientos de su hermana.

—¿Hablas en serio?

—Sí, de todo corazón – dijo resignada -, pero espero que no utilices tus poderes para manipularla y que piense en ti.

            El caballo tuvo que esforzarse para contenerse tras lo que le dijo su hermana y, forzosamente, como si le estuviera respondiendo a un maestro de artes marciales, le dijo lo siguiente en tono bastante serio.

—Claro que no, hermanita, ¿por qué imaginas que haría eso?

—Bien, entonces así quedamos – dijo ella con una expresión de resignación y tristeza en su rostro; parecía que estaba a punto de entrar en llanto, lo que Ceferino/Relámpago noto al instante, por lo que se acercó, le lamio la cara con su lengua y le susurro.

—Escucha, Kahena, tú siempre serás mi mejor amiga; eso nunca cambiará, en lo absoluto.

            Ella levanto la cabeza, que estaba cabizbaja, con la expresión en su rostro recuperando la serenidad, pasando rápidamente de la tristeza a la alegría y en sus ojos podrías ver la luz de su mirada; aquello que dijo él la reanimo. Miro sus ojos y él a los suyos – ella tenía que mirar forzosamente hacia arriba, ya que la cabeza del caballo estaba casi un metro por arriba de la suya -, de manera fija y muy profunda. Ella se acercó, quedando su nariz a sólo unos centímetros de su hocico, sin que le importara su aliento equino, agarro fuertemente su mandíbula con su mano derecha y también le susurro.

—Y tú también lo eres para mí, Ceferino, mi hermoso hermanito.

 

 

            Cierto día, cuando Ceferino regresaba levitando a casa, tenía sujeto a su boca uno de los uniformes de una sola pieza de un thuleniano, trotando con él hasta el árbol donde Kahena estaba recostada mientras estudiaba un libro de geografía.

—Aquí tenes material para hacer el traje.

—¡Que grande Ceferino, se nota que esta gente es inmensa!, ¿vos cómo lo conseguiste?

—Del cuerpo de un thuleniano

—¡Ceferino! Pensé que habíamos hablado de este tema.

—No lo maté, lo dejé inconsciente con una pequeña descarga eléctrica; dormirá por varios días con unas cuantas pesadillas.

—Decís la verdad, te creo.

—¿Me decís cuantas yardas quieres de este traje?

—Te lo digo luego, déjame eso en mi cuarto y ve al establo.

—Está bien, preciosa.

—Nos vemos luego, mi caballo hermoso.

            Él se sonroja, da la vuelta y se retira, moviendo la cola más de lo usual, como si estuviera barriendo el piso. Cuando Ceferino se iba cabalgando, Kahena pensó en voz alta.

—Ceferino, tú siempre tan tierno.

             Frienship, Nueva Thule

El presidente Sigfried Mengele pasaba revista a los nuevos reclutas de su fuerza aérea, en la parte exterior del principal aeródromo militar del país. Todos ellos eran recién egresados de la academia de Titán, la luna más importante del planeta Saturno.

— Wilkomen , hombres y mujeres de Nueva Thule; han pasado todas las pruebas de rigor para formar parte de la principal fuerza de combate del país: nuestra fuerza aérea.

            Excitados, los jóvenes gritaron a coro

—¡Salve Mengele! ¡Salve Nueva Thule!

            Dándose importancia, el hombre prosiguió con su florido discurso.

—Sé que muchos de ustedes habrán escuchado, por boca de sus padres y abuelos, las historias del origen de ella, desde el final de la segunda guerra mundial, cuando ellos escaparon de sus países ocupados por los aliados para radicarse aquí. En aquellos primeros y duros años, además de sobrevivir al inclemente clima del archipiélago austral chileno, nuestros mejores ingenieros, apoyados económicamente por los más prominentes hombres de negocios de los países del eje y liderados por mi padre, Joseph Mengele, quienes también eran supervivientes de la derrota, se pusieron a la tarea de resucitar el más ambicioso programa tecnológico alemán: su industria aeroespacial. Aunado a eso, los japoneses brindaron sus avanzados conocimientos aeronavales para dar origen a nuestra flota, que paso de ser una pequeña flotilla de grandes naves en forma de cigarro, las cuales usamos para dar origen a la gran paranoia sobre una guerra nuclear al utilizar de testigos a unos engañados ciudadanos estadounidenses que nos creyeron mensajeros extraterrestres de malas noticias, hasta evolucionar en tan sólo cincuenta años como la única armada del sistema solar.

            Ellos rompieron en aplausos, pero Mengele alzo la mano para interrumpir con singular elegancia y sublime reverencia.

—Tenemos la fuerza terrestre y marítima más poderosa del sistema solar, pero es nuestra armada la que nos permite controlar todo aquel inmenso espacio. En poco más de cincuenta años, tras el fin del gran conflicto, ningún enemigo nos ha…

            Si fueras Mengele, seguramente no te hubiera gustado ser abordado de esta forma por el holograma de Aku Sakata, comandante de la fuerza aérea.

—Disculpe que lo interrumpa, su excelencia

            Con serenidad, Mengele contestó

—Dime Aku, soy todo oídos

—Localizamos al piloto de pruebas perdido

—Muy bien ¿Dónde estaba?

—Escondido e inconsciente en un arbusto de un bosque al norte, en la Patagonia Argentina. Estaba desnudo.

—¿Con que desnudo? ¿No te dijo cómo le ocurrió todo?

            Los nuevos pilotos, hombres y mujeres, tanto de rasgos germánicos, latinos y mongoloides, observaban de manera disimulada la conversación mientras su presidente estaba de espaldas; sólo sus miradas apuntaban a esa dirección mientras los cuerpos seguían estáticos, cual piezas de soldados de juguete vestidos con traje de una pieza. Justo menos de un segundo antes de que Mengele girara su cabeza hacia atrás para mirar al grupo, ellos volvieron a acomodar la mirada hacia el horizonte.

—Lo único que recuerda es que sobrevolaba espacio aéreo ruso hasta que, de pronto, los controles de su nave empezaron a funcionar de forma extraña. Luego sintió que algo parecido a una corriente eléctrica le causó dolor, quedando a partir de ese momento en la inconsciencia.

—Creo saber de quién se trata, gracias Aku, ahora asegúrate que nuestro hombre se recupere de forma satisfactoria. A propósito, luego me reuniré contigo para aclarar ciertos puntos.

            El holograma hace la vieja señal fascista.

—¡Sí señor, salve Mengele, salve Nueva Thule!

            La figura desapareció de la vista de Mengele.

            Sabía que mi bestia favorita atacaría de nuevo; su sed de venganza sigue siendo insaciable. Disfruta mientras puedas porque, muy pronto, tus días de cabalgata habrán terminado; tendrás el honor de ser mi conejillo de indias. Cómo me gustaría entender el origen de tus poderes. Ah, en cuanto a ti, Aku ,grandísimo inepto, te hiciste merecedor de ser mi próximo voluntario para realizar mis experimentos científicos; te cambiaré tu corazón por el de una cebra a ver cómo sigue funcionando tu cuerpo después de eso. Menos mal que al fin regreso tu reemplazo del espacio exterior.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         

            Volvió rápidamente la vista al batallón de jóvenes pilotos en frente de él. Con marcado acento alemán, dijo en tono severo y cortante, como si algo sospechara.

—Y ustedes ¿Tienen alguna pregunta?

            En el hostal de la tribu Tahiel, Ceferino y Kahena trabajaban en sus respectivos proyectos, Ceferino utilizando tijeras de rescatista y otros instrumentos geométricos - aunque no tenía manos, los hacía levitar en el aire; a la vez que usaba su electromagnetismo para manipularlos -, en su establo, tratando de darle forma al traje de Kahena. En tanto, la niña, en sus ratos libres, veía algunas escenas de Mike y Angelo, una de sus series de televisión favoritas; le llamaba la atención las escenas en que el extraterrestre, Mike, caminaba en el techo.

—Me pregunto si pudiera reproducir esto a escala real.

            Poco después, Kahena comenzó a trabajar en el diseño de sus botas y guantes, dibujándolos en desde su pequeña notebook. Súbitamente, fue interrumpida por una llamada desde su móvil.

—¿De quién es este número privado?

—Soy cho, hermanita.

—¡Ceferino! No sabía que tú podías hacer eso también.

            Ceferino hablaba desde el establo en que estaba resguardado.

—Es que, aunque ahora tengo cuatro patas, puedo utilizar mis poderes electromagnéticos para conectarme a la red de comunicación que yo quiera. Así es como pude conectar mis ondas cerebrales a tu celular.

—Me parece que nunca te vas a acostumbrar a ser un cabacho, pese a todas esas ventajas.

—No me recuerdes eso, no es gracioso; lo que yo quería preguntarte era como te va con la cosa que estás haciendo.

—Para ser sincera, me cuesta equilibrar mi proceso de diseño con mis estudios.

—No tienes que hacer tanta cosa; basta con el traje y algo de protección.

—Sé lo que hago, te lo mostraré cuando termine, aunque necesito un favor ¿Puedes conseguirme unos cuantos materiales? Es que lo que pienso hacer no es nada barato, no creo que papá me vaya a ayudar con eso.

—Está bien, pero espera ¿No ha pasado algo de tiempo desde que decidimos ir a buscar a los mapuches desaparecidos, esos que me fueron a buscar?

            Kahena se lleva las manos a su cara, en señal de vergüenza.

—¡¡Oh sí, casi un mes! Entonces debemos darnos prisa, ¿tampoco has tenido suerte con tu visión remota?

—He intentado, lo que me ha llevado a diversas áreas de Nueva Thule y otras bases. Llegue a causar estragos y rescaté a otras personas, aunque me extraña que no haya encontrado a los nuestros.

—¿Vos no crees que podría ser algo o alguien que te lo impide?

—Trataré de averiguarlo, ¿qué materiales necesitas?

—Pareciera que bastante equipo aeroespacial y unas otras cuantas piezas de electrónica o software.

—Haré lo que pueda.

            Entonces, Relámpago abrió la puerta de su caballeriza moviendo los goznes con su electromagnetismo, para después irse a la velocidad de la luz.

            En ese lapso, Kahena sacó su lanza de aluminio recién terminada, con la que comenzó a realizar katas marciales, similares a las que se realizan cuando un arte marcialista practica con su bo  - el clásico palo de bambú, arma de defensa y ataque del lejano oriente -. Fue interrumpida al poco rato por Ceferino, quien asoma su cabeza por la ventana francesa de su habitación.

—Eso fue bastante rápido.

—Te traje algunas cosas con qué trabajar, obsérvalas.

            Levitando hacia ella, llegaron montones de circuitos integrados, chips, transistores, piezas de electrónica y hasta un traje de astronauta

—Creo que nunca me vas a dejar de sorprender, ¿de dónde sacaste todo eso?

—De la chatarrería de la Nasa y del Pentágono.

—Pienso que esa pregunta estaba de más. Bien, manos a la obra, tenemos gente que salvar y enemigos a los que derrotar.

            Un poco más allá, en la sala de espera del hostal, Pelantaro y su señora Sayen hablaban en mapudungun.

—¿Qué piensas tanto Pelantaro?

—Estoy notando a Kahena algo extraña.

—Yo la noto normal, como la misma niña estudiosa y dinámica de siempre.

—Ese es el problema: ella es muy buena aparentando que todo está normal, pero yo sé que nos está ocultando algo y tal vez tenga que ver con ese caballo que trajo.

—¡Pelantaro, por Jesucristo! No me digas que has estado espiando a tu pequeña.

—No exactamente, la he estado observando, notando que, por momentos, está concentrada en algo más que estudiar, trabajar en el rancho y ser buena niña. Tan pronto descubra qué está sucediendo, la abordaré.

—¿No crees que está obrando de ese modo porque todavía echa de menos a su hermano y por eso trata de aparentar que todo es normal?

—Tal vez, sólo espero que tengas razón, querida. A propósito, no vuelvas a meter a tu dios en este tipo de asuntos.

—Yo sólo espero que él algún día toque tu pagano corazón.

            Sonó el timbre de la entrada, lo que hizo que rápidamente Pelantaro se levantara del sillón que estaba al frente del de su esposa, procediendo a abrir las dos grandes puertas de la entrada. Quedaron frente a él una familia, compuesta de un hombre, una mujer - aún en edad fértil -, dos niños varones de una edad similar y una niña más pequeña que ya caminaba; ellos tenían aspecto anglosajón.

            El hombre comenzó a hablar en inglés.

 —¿Éste es el hostal Tahiel?

            Le contestó Pelantaro en un inglés sin ningún acento.

—Por supuesto, está usted bienvenido, venga conmigo.

            Casi al mismo tiempo, Ceferino/Relámpago seguía a Kahena hasta llegar a una especie de depósito. Tras llegar a la entrada, Kahena procedió a abrir con su llave la cerradura y luego abrió los grandes portones. Antes de entrar, ella pronunció las siguientes palabras.

—¡¡Préndete Plaza Sésamo!!

            De inmediato, los cilindros fluorescentes, que estaban adheridos a los marcos del techo, se encendieron, iluminando todo con su luz blanca. El lugar estaba repleto de todo tipo de equipos, desde instrumentos quirúrgicos hasta robots sin terminar. En el centro, había una gran mesa, con herramientas y todo tipo de piezas electrónicas.

—¿Vos recordas este lugar? – le pregunta Kahena.

—Sí, éste es el gallinero abandonado que nos regaló papá para que pudiéramos hacer nuestros inventos locos. Lo estaba comenzando a extrañar.

—Te voy a mostrar lo que hice hasta ahora.

—Me muero por verlo.

            Ella se fue detrás de unas pantallas cuberturas, que estaban a un extremo del depósito. Al salir de allí, estaba vestida con un traje gris oscuro de una sola pieza, junto con sus botas y guantes hechos con un material que recordaba el aluminio. Colgando atrás de su cuello, había algo que tenía el aspecto de una capucha. Luego comenzó a caminar como si estuviera en una pasarela de moda y segundos después realizo unos pasos de baile al mejor estilo del belly dancing, todo esto mientras Ceferino/Relámpago la miraba con mucha atención.

—¿Qué tal?

            El equino la miró de pies a cabeza; parecía que sus ojos se le iban a escapar de sus órbitas.

—Tu look es un intermedio entre Angelina Jolie al principio de Tomb Raider 2 y Batichica, pero te vez hermosa.

—Qué batichica de qué: Cóndor, Cóndor de luz

            En el rostro del caballo se dibujó una expresión de vacilación.

—¿Cóndor de qué?

—De luz, Ceferino: ese será mi alter ego de super heroína

—Pero sí…

—Cho sé Ceferino; no quieres que nadie sepa de nuestra existencia, por eso adopte ese apodo. Tú puedes hacerte invisible y no sé qué más, pero cho, en cambio, sigo siendo humana. En caso tal de que me descubran no querrás que diga por allí que soy Kahena Guacolda Tahiel, ¿o sí? Bueno, si no lo hacen echos, alguno de esos díscolos periodistas me inventara un nombre ridículo que seguro no me gustara.

            Relámpago se puso a dar unos suaves, pero no tan bonitos relinchos que fueron secundados por el ruido de sus patas, con las que rozaba el suelo de forma frenética, como si estuviera incomodándose por algo. Finalmente asintió; por mucho que le desagradara hacer publicidad con lo que iba a hacer, él sabía que su hermana tenía de algún modo razón.

—Está bien Cóndor de… - a Relámpago le estaba costando completar la frase – Luz, así te chamare de ahora en adelante mientras tengas el disfraz; ahora podrás complacer tu ego. Ojalá eso de que nos puedan descubrir nunca ocurra.

—Que bueno que lo aceptas, ahora mira esto otro.

            Se puso la capucha, cuya elasticidad hacía que se lo pudiera acomodar a su cara. Quedó sólo visible el perfil de la nariz, respirando por una abertura y sus ojos, que se podían observar a través de unos agujeros geométricamente bien cortados y espaciados.

¿Un traje ninja?

No solamente eso, 1¡amun!  -en idioma mapuche amun significa andar-.

            En los extremos de la suela de sus botas, se encendieron unas luces blancas, al igual que en las muñecas de los guantes. A continuación, cual atleta olímpica, Kahena empezó a dar volteretas, avanzando así hasta llegar a la pared, en donde todavía realizaba la acrobacia desafiando la gravedad, hasta llegar al techo. De allí a la pared del otro extremo, hasta completar la primera ronda.

¿Recuerdas aquel proyecto de ciencias en que trabajamos de sostenerse al vacío?

Por supuesto, pero sólo se trataba de mantener por una hora un gancho con base, usando el principio de la rueda neumática, lo que lo sostenía contra una pared mientras un peso de noventa kilos le colgaba. Esto lo supera, ¿de verdad te esmeraste tanto?

Usando las mismas ecuaciones, llegué a la conclusión de que, con tecnología aeroespacial, esa que me trajiste, podría incrementar su efecto, siendo el resultado lo que estás viendo ahora.

            Pero justo cuando realizaba piruetas en el techo, la luz de sus botas estaba parpadeando, hasta que, en un momento dado, se apagó completamente.

- Oh no....

            La niña hubiera tenido una caída estrepitosa, si no fuera porque su hermano lograse formar una esfera electromagnética, que le envolvió todo su cuerpo. La descendió lentamente en el suelo.

Creo que necesito unas resistencias.

¿De qué tipo?

Uno lo suficientemente resistente como para regular el voltaje y ligero para poderme mover con mis botas.

Ya sé donde conseguirlos, espe...

            Kahena lo detuvo antes de que se pudiera mover.

Antes de que vuelvas a hacer tu truco de magia, te voy a mostrar algo, para que veas que he avanzado en algo más ¿Podes traerme aquella llave inglesa?

            Y Relámpago utilizó su magnetismo, para hacer levitar en el aire una pesada llave inglesa que estaba acomodada en uno de los extremos del gran depósito. La acerco hacia su hermana, quedando la herramienta flotando en el aire frente a ella. La niña la tomó con sus manos cubiertas con sus guantes de aspecto metálico, como si no pesara nada y ,acto seguido, la dobló y luego la volvio a poner firme como estaba.

Como vez, con estos guantes puedo multiplicar mis fuerzas por varias decenas de joules, lo que voy a usar para golpear a esos fenómenos de los que me hablas.

Y vencer a cien Kintukewunes.

            A Kahena le pareció muy poco graciosa la broma de Ceferino.

¡¡Juh!!, yo me basto sola, además ella y yo somos muy buenas amigas, aunque es unos cuantos años mayor que cho.

Bueno dejémonos de bromas, iré a buscar lo que necesitas.

            En medio de una centelleante luz blanca similar al flash de una cámara, el caballo desapareció de la vista de Kahena. Ella continuaba mirando al vació espacio con una mirada embelesada, como si él todavía estuviera allí.

Puede que a veces me parezcas pesado, pero igual te sigo amando, mi bello hermanito.

            Ceferino se dirigió hasta donde estaba aterrizando uno de los platillos voladores de los thulenianos. Ellos estaban a unos cuantos metros enfrente de una familia de mapuches, conformada de una pareja heterosexual y sus dos hijos, ambos de sexos diferentes, siendo la niña la que tenía un aspecto algo mayor. La nave tenía una forma de semi esfera, con una estructura que recordaba una pequeña torre en la parte superior, con cúpula incluida; su parte inferior era plana, de forma circular; con cuatro semicírculos metálicos adheridos a ella, a los extremos de sus cuatro radios. Descendió de forma vertical del cielo para quedar levitando a unos metros del suelo.

            Aparecieron teletransportados frente a la familia de mapuches, un hombre y una mujer de elevada estatura, vestidos de azul en sus trajes de una sola pieza con el cual caminaban. Luego la mujer les comienza a hablar en dialecto mapuche.

Venimos en son de paz, tal como les habíamos prometido.

            No pudieron seguir hablando porque en ese momento, una estela de luz con forma de relámpago pasó cerca de ellos, causando que cayeran derribados al suelo.

            Después, aquel rayo fue hacia la torrecilla de la nave, causando tal impacto con la embestida que genero descargas electromagnéticas que terminaron por hacer explotar a la nave por dentro. Se escucho un ruido ensordecedor, además de verse emanaciones de un humo entre negro o gris emanar diversos espacios de la nave.

            La familia mapuche quedó petrificada ante lo que vieron, después Ceferino les mencionó lo siguiente, en su idioma.

No teman de mí, soy el relámpago enviado del cielo por Nguenchen para castigar a estos falsos dioses que los quieren engañar. Ahora vayan tranquilos a su hogar; yo los protegeré.

            Dentro de la fragata destruida, el mayor Donato Massini se recuperaba de su estado de inconsciencia de cuatro segundos; un ser humano normal ya habría muerto. Se movía entre metales retorcidos y cables sueltos, destruyéndolos con cierta facilidad; era la primera vez que vivía una situación como esta. Algún enemigo desconocido o un fenómeno natural que aún no entendía había causado tal impacto dentro de la nave, que provoco un cortocircuito en cadena que destruyo no solamente a los componentes electrónicos, sino que también magullo buena parte del fuselaje.

            Donato movió la compuerta de la nave, la que usualmente se deslizaba a uno de sus extremos para dejar entrar y salir personas o carga. Tuvo que dejarse caer al suelo de forma brusca; no pudo usar los escalones flotantes que aparecían de la nada, dado que la computadora central quedo tan averiada que no podía hacer funcionar su sistema operativo para administrar las funciones de la fragata.

            Pudo escuchar a unos metros de distancia a una voz potente como el trueno decir lo siguiente:

No teman de mí, soy el relámpago enviado del cielo por Ngenchen para castigar a estos falsos dioses que los quieren engañar; ahora vayan tranquilos a su hogar, yo los protegeré.

Es él

            Aún aturdido, pudo calcular más o menos a qué distancia y en qué posición se encontraba al que estaba escuchando; era momento de actuar. Por suerte para él, tenía colgando a su espalda por medio de una tira de cuero fino pero fuerte, a su rifle bolter desintegrador, modelo Hagen dos mil diecisiete; algo viejo pero todavía podía hacer el trabajo. Como si no pesara nada, levanto su inmenso cuerpo del suelo con un leve salto, tomo el arma con sus manos y se puso en posición de disparar.

Ahora verás lo que soy capaz de hacer, cuadrúpedo

            Justo en ese momento, Ceferino tuvo una visión remota de un thuleniano que estaba a escasos milisegundos de dispararle. Al mismo tiempo que se protegía con su campo electromagnético, pensaba desde sus adentros.

            Si genero un relámpago de la nada para liquidar a este tipo, chegaría en sólo veinte segundos hacia esa familia – se necesita estar a treinta segundos o más de distancia de un relámpago para no sentir sus efectos -. También generaría un trueno tan potente, que su ruido podría destruirles los tímpanos y quién sabe qué más. Tendré que tomarte un pequeño riesgo, aunque eso pueda significar chegar a ser descubierto por ellos.

            Los mapuches contemplaron cómo unas descargas electromagnéticas salidas de la nada dejaban inconsciente a aquel thuleniano. Sin embargo, logro disparar su rifle bolter hacia donde estaba Ceferino, quien sintió la potencia de aquel rayo. El impacto fue tal, que logro golpear duramente su propio campo de fuerza y derribarlo en el suelo formando zurcos. Su invisibilidad también había desaparecido, dejando al descubierto a un hermoso caballo de gran tamaño color azabache, con crin y cascos blancos cuyo cuerpo estaba incrustado en un boquete en el suelo. La familia de mapuches se quedó mirándolo.

            A los pocos segundos, comenzó a emanar de su cuerpo una brillante luz blanca intermitente, que luego quedo estática, dándole aspecto de caballo de luz. Si estuvieras allí, hubieras quedado tan atónito como esos mapuches de ver a aquel equino elevándose del suelo con gracia, hasta quedar flotando a unos centímetros de él mientras emitía su intenso brillo, cual dios equino que había resucitado de entre los muertos. Aparentando no darles importancia a sus expresiones, Relámpago les dijo.

¡No pierdan el tiempo, partan ya!

            El caballo se volvió invisible nuevamente, pero en el pensamiento simple de ellos, éste había desaparecido hacia la nada. Aún asombrados, sacaron fuerzas para salir caminando de allí, camino a su aldea.

            Ahora a enviar la basura a su lugar, para después ayudar a Kahena.

            Y el equino hizo una abertura en la superficie de la nave, logrando sacar muchos componentes electrónicos que luego guardó en una de sus alforjas.

            Seguidamente, el caballo usó sus poderes electromagnéticos para llevarse los cuerpos y a la nave.

            Aquella misma familia regresó a su pueblo, donde varios cientos de mapuches los esperaban, desde afuera de sus respectivas runcas - casas mapuches-.

            Uno de los más jóvenes les pregunto en mapudungun

¿Lonco – en mapuche es equivalente a jefe de tribu- , por qué no vinieron los emisarios extraterrestres como prometieron?

Porque son impostores, me lo acaba de decir el emisario de Ngenchen

¿Un emisario? ¿Quién? – preguntó otro

Un 2lufke, enviado del cielo por Ngenchen, que tomó forma de 3kawellu, para protegernos de esos falsos dioses, que dicen que nos quieren ayudar.

            La multitud se puso a discutir el asunto.

¿Está seguro de lo que dice, respetado toqui?

            La joven esposa del ulmen lo apoyó.

Sí, nosotros lo vimos también, un hermoso caballo color 4kurü, con crin y cascos blancos, que brillaba con luz propia, como el relámpago.

            Su pequeña niña añadió

Era muy bonito

Hablaba como un verdadero emisario de Ngenchen – dijo el muchacho

            Como si los hubiera escuchado, un relámpago rasgó el cielo y con su estruendoso trueno sacudió la tierra. Varios gritaron a coro.

¡¡¡Lufke kawellu!!!  - Relámpago el caballo.

 

Continuará

 

            Notas

1.1.1.     Amun: En idioma mapuche significa andar

1.1.2.     Lufke: Relámpago

1.1.3.     Kawellu: Caballo

1.1.4.     Kurü: Negro

 

 

 

 

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